Ropa Maison Margiela, la marca del espectáculo
Una firma que dejó huella desde el comienzo (literalmente). Fundada por uno de los nombres más conocidos y, paradójicamente, misteriosos del sector, la ropa Maison Margiela celebra 10 años con John Galliano a su cabeza. Su desfile más reciente, el Margiela Artisanal Collection 2024, sigue meses después generando prensa y artículos innumerables por su inmenso impacto mediático. Y no sería la primera vez para el conocido diseñador británico con la firma belga.
¿Pero cómo llegó Maison Margiela a su estatus de icono? ¿Cómo llegaron cuatro costuras en la espalda de las piezas a convertirse en todo un lenguaje propio de la moda?
1979, el comienzo
Cuando Martin Margiela (Genk, 1957) se topó con un reportaje sobre Paco Rabanne y André Courréges en la televisión, decidió que su futuro era la moda. Martin Margiela, el hombre invisible de la moda, tenía entonces muy pocos referentes profesionales cercanos en su pequeña ciudad industrial.
Su entrada en la moda fue anterior a los Antwerp Six (Dirk Bikkembergs, Ann Demeulemeester, Walter Van Beirendonck, Dries van Noten, Dirk Van Saene y Marina Yee - una generación formada en la Antwerp Royal Academy of Fine Arts bajo el mando de Linda Loppa que marcó toda una época en la industria). Lo suficiente como para lanzarse a la industria sin saber que podía marcar a toda una nueva generación de creativos.
Llegó a París en 1979 como asistente de Jean-Paul Gaultier en los 80, donde aprendió cada entresijo del sector (desde diseño y confección hasta ventas y negocio). En general, existe muy poca información registrada sobre los primeros años de Martin Margiela antes de lanzar su marca.
1988, las huellas rojas
El primer desfile de ropa Maison Margiela tuvo lugar en 1988, en un café-teatro de París como presentación de su propuesta para primavera/verano 1989. Desde ese primer momento, Margiela deja claras sus intenciones:
-innovar con siluetas,
-deconstruir el ready to wear,
-experimentar con tejidos,
-dejar que sus colecciones hablen por él.
Las modelos de este desfile caminaron con las primeras creaciones de Margiela para su marca, con piezas que todavía se reinterpretan en la actualidad. Desde abrigos deconstruidos, batas de laboratorio y las famosas botas Tabi de Maison Margiela aparecieron por primera vez como emblema de la firma.
Su primer desfile dejó huella, de forma, literal y figuradamente. Su recepción lo estableció como un nuevo creador divergente de las normas de la industria, cuyas ventas se dispararon en ese instante. Pero además, algunas de las modelos tuvieron que pisar tinta roja a petición del diseñador, dejando huellas por la pasarela y destacando la inconfundible silueta de las botas Tabi Maison Margiela.
Algunas de las modelos llevaron máscaras, enfatizando la importancia de centrarse en el poder de la ropa, y no en quien la lleve puesta. Las máscaras volverán en el futuro de la marca, de la mano de Matthieu Blazy y John Galliano.
1989, la ruptura
Tras hacerse un nombre casi de forma instantánea, Martin Margiela hizo un segundo desfile de lo más polémico.
A las afueras de París, en un parque infantil urbano, los invitados de primera fila fueron sustituidos por alumnos de las escuelas locales. Su remordimiento por cerrar el parque varios días para preparar el escenario, llevó a Martin Margiela a proponer a las escuelas circundantes que sus alumnos diseñaran sus invitaciones del desfile. Y así, 500 invitaciones totalmente únicas llegaron a sus destinatarios, que al llegar al desfile encontraron a los 500 autores de las invitaciones sentados esperando a que empezara el desfile. Entre los presentes y transeúntes, un joven Raf Simons vería allí su ilusión por un futuro en la industria. Y el resto, es historia.
Desde las piezas hasta la coreografía, aderezada por la interacción ocasional de algunos de los niños presentes, se volvieron un eje central para Margiela, que desde entonces fue considerado un disruptor de las normas de la industria.
Abrumado por la prensa, su estrategia consistió en escapar de cualquier aparición pública y dejar que su ropa fuera la protagonista. Para él, su trabajo de revisión de prendas y creatividad tenían que ser el centro de atención, y la verdadera razón por la que la gente se interesara en su marca.
Todos sus empleados visten con una bata blanca, para promover igualdad en su atelier. Su silla, simbólicamente, vacía.
Con este ímpetu, aparece la etiqueta en blanco con cuatro costuras tan inconfundible de la marca. Con el tiempo, en la etiqueta aparecerían tres hileras con números del 0 al 23, con un número distinto asignado a cada gama de la casa. En cada una de sus líneas (de hombre a mujer, complementos, y accesorios de hogar), el número de cada una aparecerá dentro de un círculo en la misma etiqueta.
El relevo, John Galliano para Maison Margiela
Nueve años después de su primer desfile, en 1997, Martin Margiela sorprende a la industria diseñando para Hermés. Aunque mantuvo su marca simultáneamente, en 2008 anuncia su retirada de la industria. Años después, confiesa que fue por no querer participar en el frenesí y la presión mediática de la moda.
El equipo de atelier de Maison Margiela llevaría adelante todas las colecciones, sin nombrar a ningún nuevo diseñador, siguiendo la voluntad de anonimato de Martin. En 2014, se nombra a John Galliano como director creativo de la maison. Hasta entonces, la firma había funcionado como Maison Martin Margiela, que con Galliano pasaría a llamarse Maison Margiela.
Llegando a su reciente desfile bajo el puente Alexandre III, y pasando por momentos venerados como el caminar de Leon Dame o Anita Pajak en sus desfiles tan cargados de drama, el Maison Margiela de John Galliano ha inclinado la balanza hacia el lado de la experimentación y conceptualización sin perder de lado las bases de la firma: que la ropa hable por sí sola, y subvertir la ropa clásica de formas sorprendentes.
Las máscaras, tan presentes en las primeras colecciones de Margiela, volvieron a hacer acto de presencia en las colecciones Margiela Artisanal, la gama de alta costura de la marca. De la mano de Matthieu Blazy (actual director creativo de Bottega Veneta) como director de diseño en la maison, estas máscaras incrustadas de pedrería han sido utilizadas por innumerables artistas y se convirtieron en referencia para la moda de la mitad de los 2010.
Este 2024, se celebra una década de John Galliano. El diseñador responsable de algunos de los mayores espectáculos vistos en la industria de la moda lleva diez años a la cabeza de una firma que rompió los esquemas de la moda y dejó huella desde el primer momento.
Y esa huella, era roja.