¿CÓMO SERÁ EL NUEVO LOEWE?
POR QUÉ EL LOEWE DE JACK MCCOLLOUGH Y LAZARO HERNANDEZ SERÁ PERFECTO
¿Qué podemos esperar del Loewe de Jack McCollough y Lazaro Hernandez?
Si algo ha surgido desde su nombramiento a Loewe el pasado lunes 24 de marzo, han sido preguntas, dudas, y muchas opiniones. Las redes pueden fácilmente anclarse a un miedo al cambio: la moda con acceso mainstream es algo muy reciente, y muchas de las nuevas generaciones conocen las firmas en base a lo que han podido ver en redes desde su auge, y no desde su historia.
Pero McCollough y Hernandez no son cadetes en esta industria. Su trayectoria supera los 20 años, como favoritos de it-girls, como coleccionistas, como innovadores y como creadores del nuevo lujo americano contemporáneo. Con su llegada a Loewe, se abre un capítulo estimulante en la historia de la maison española.
Fundadores de Proenza Schouler, McCollough y Hernandez han cultivado una estética de reflexión intelectual, sensibilidad artística e innovación material. Sus colecciones, creadas sobre libros, museos, viajes, texturas. A través de colecciones que han combinado técnica artesanal con pulsión cultural, han dado forma a un armario para la mujer crítica, curiosa, y conectada con su tiempo. Un armario que te invita a la reflexión.
Este blog explora lo que podría ser el nuevo Loewe bajo su dirección: un laboratorio de pensamiento estético donde convergen moda intelectual, arte contemporáneo, invención textil y piezas icónicas. Una evolución natural y profundamente estimulante, para una casa que bajo la dirección creativa de Jonathan Anderson ya había explorado los recovecos de la artesanía y la vanguardia.
El resultado no será predecible. Pero sí poderoso, emocional y con una profundidad no tan común en el sistema de la moda actual.
Una moda intelectual
Con la llegada de Jack McCollough y Lazaro Hernandez a la dirección creativa de Loewe, podríamos estar ante una de las etapas más conceptuales de la casa española. Fundadores de Proenza Schouler, McCollough y Hernandez redefinieron junto a firmas como The Row y Tibi el concepto de lujo contemporáneo en Estados Unidos. Todo gracias a su propia estrategia y categoría: la moda intelectual.
Desde su tesis conjunta en Parsons hasta convertirse en referentes globales, sus diseños han estado marcados por una profunda reflexión estética y cultural.
Ambos diseñadores han defendido, dentro y fuera de la pasarela, el valor de la moda como lenguaje. En su testimonio ante el Congreso de EE.UU., Hernandez llegó a comparar el proceso de diseño con el de escribir una canción o pintar un cuadro. Su visión no se limita al producto final: cada colección nace de un proceso de investigación, referencias artísticas, lecturas y experiencias personales. Sus prendas no solo se visten, sino que se piensan.
En su trayectoria en Proenza Schouler, han vestido a una generación de mujeres urbanas, sofisticadas y curiosas. Mujeres que valoran la forma, pero también el fondo. En su propia web, se refieren a su cliente ideal como “la mujer adulta e inteligente de la actualidad”. En un contexto similar al de Loewe, donde artesanía e innovación conviven en una constante, esta sensibilidad promete traer una etapa estimulante y profundamente rica en significado.
Pasión por el arte
Si el Loewe de Jonathan Anderson era ya sinónimo de cultura y artesanía, con Jack McCollough y Lazaro Hernandez podría convertirse en una nueva galería viviente. La trayectoria de ambos con Proenza Schouler ha estado profundamente marcada por una relación directa, constante y genuina con el arte contemporáneo. No como ornamento, sino como parte estructural de su proceso creativo.
A lo largo de los años, McCollough y Hernandez han convertido su estudio —y su hogar— en archivos visuales, rodeados de libros, fotografías, catálogos y obras. Han viajado para encontrar inspiración en museos como el Dia Beacon, han colaborado con artistas como Harmony Korine, Isa Genzken y Ron Nagle, y han tomado como punto de partida los mundos visuales de Rothko, Frankenthaler, Sheila Hicks o Cy Twombly.
Con todo ello, no buscan una estética inmediatamente reconocible, sino una atmósfera emocional. Como ellos mismos han afirmado: lo importante no es copiar una obra, sino dejarse permear por ella.
Para McCollough y Hernandez, el arte es una forma de vivir. Y en ese sentido, encajan a la perfección con una marca como Loewe, que bajo la dirección de Jonathan Anderson ya había convertido la marca en un gran escaparate para arte y artistas. El Loewe que viene podría seguir esa misma línea, con un giro más introspectivo y experimental. Partiendo de una mirada curatorial sobre el arte, ahora podría haber una conversación más íntima, más material, más gestual.
En manos de estos diseñadores, Loewe puede convertirse en una plataforma de diálogo entre piezas, texturas y disciplinas. Un lugar donde vestirse y mirar sean dos caras de la misma experiencia estética.
Innovación textil
Desde sus inicios, Proenza Schouler apostó por la invención e innovación material. Jack McCollough y Lazaro Hernandez crean superficies, estructuras, texturas y técnicas que no existían antes. Para ellos, el tejido es el punto de partida de todo concepto.
Loewe ya ha explorado materiales y técnicas asombrosas con Jonathan Anderson, y bajo esta nueva dirección creativa, podría extender aún más su espíritu experimental.
En Proenza, los materiales han sido desarrollados ad hoc: jacquards inspirados en Gerhard Richter, encajes lacados, bordados con cuentas y cristales que simulan estampados, pieles trenzadas a mano, lana tropical, bouclés técnicos, denim pintado tras el ensamblaje. Incluso han trabajado con tejidos metálicos que se moldean al cuerpo, como en su “crushed metal” con hilos de cobre, o procesos como el ice-dyeing, donde los pigmentos se derriten con hielo para teñir cada prenda de forma única e irrepetible.
Pero más allá de complejidad técnica, la innovación de este dúo creativo reside en una filosofía: la ropa debe evolucionar junto a la persona que la lleva. No se trata de la novedad por la novedad, sino de materiales que generen sensaciones, que interactúen con el cuerpo, la luz y el movimiento. Un desarrollo que alimente y acompañe el crecimiento y la expansión vital e intelectual de la persona expuesta al mundo. Piezas que nacen del oficio y del riesgo creativo.
Aplicado a su nuevo capítulo, Loewe podría dar lugar a una nueva era de tactilidad, con tejidos que recuerdan lo natural viniendo de lo industrial, o procesos artesanales elevados a arte conceptual.
Piezas icónicas
Hablar de Loewe es hablar de iconos. En los últimos 10 años, el genio de Jonathan Anderson nos trajo piezas célebres como el bolso Puzzle o la reedición del Flamenco. Sin olvidarnos del bolso Goya, el Hammock, o cada una de sus virales piezas de ready-to-wear como el vestido tye-dye, los tacones-pintauñas, y sus cazadoras de cuero. Pero si hay algo que Jack McCollough y Lazaro Hernandez saben hacer, es crear objetos de culto con la misma intensidad emocional y técnica.
En 2008, Proenza Schouler lanzó el PS1, un bolso messenger tipo satchel escolar reinterpretado para el nuevo lujo neoyorquino. En su momento, era todo lo contrario a lo que reinaba en el mundo de los bolsos. Era relajado, funcional, sin logos visibles, casi “anti-it bag”.
Su éxito fue tal que abrió una nueva categoría: un lujo con alma urbana, más sport, más propiamente americano y business. Luego llegarían el PS11, el Tiny, el Courier... Cada uno jugando con el equilibrio entre deseo y practicidad. Sus bolsos definieron eras, y fueron alabados por referentes como Anna Wintour.
Pero su legado no se limita a accesorios. También cabe mencionar sus vestidos arquitectónicos, sus bordados casi escultóricos, sus americanas de hombro redondo, las faldas con volumen contenido, looks que parecen salidos de una instalación artística. Todo pensado para llevar la sensación de galería a la calle. Son prendas que se recuerdan porque no siguen ninguna fórmula. Simplemente, arriesgan.
¿Qué ocurrirá cuando esta visión se encuentre con el archivo de Loewe? Podríamos estar ante una nueva generación de piezas legendarias: un bolso que no se parece a nada anterior, chaquetas que combinan lo escultórico con lo sensual, o un vestido que desafíe el tiempo.
Lo que es seguro es que, bajo McCollough y Hernandez, Loewe no será una constante repetición del pasado. Sino que, al igual que con Jonathan Anderson, será una constante invitación al futuro. El Loewe de McCollough y Hernandez será inquieto, reflexivo y lleno de intención. Un Loewe que no solo se mira, sino también se escucha, se percibe, y se lee.