Los CFDA Fashion Awards y los British Fashion Awards, organizados por el Council of Fashion Designers of America y el British Fashion Council respectivamente, funcionan como referentes paralelos del relato global de la moda. Ambos nacen de contextos distintos, pero similares: la moda de Nueva York y Londres. Ambas comparten un mismo propósito: legitimar, destacar e impulsar el talento que da forma a la moda de cada momento. En paralelo, ambas organizaciones establecen marcos para explicar qué significan conceptos como innovación, impacto o visión en un sistema cada vez más fluido entre artesanía, tecnología, cultura y business.
El CFDA, fundado en 1962, construyó su misión en torno a la industria americana. Defiende la longevidad empresarial, el oficio técnico y la capacidad de convertir una idea estética en producto y comunidad. Desde 1981, otorga los CFDA Awards anualmente. Estos premios surgieron como una plataforma de reconocimiento interno del sector, y acabaron convirtiéndose en una ceremonia en el punto de mira del entretenimiento. En sus comienzos, ya vislumbrada la complejidad del sector: debates sobre su naturaleza competitiva, tensiones entre performance y business, e incluso actos de protesta como el rechazo del premio por parte de Geoffrey Beene*
*En la primera gala televisada de los CFDA Awards, se decidió que todos los nominados obtuvieran premio, para evitar televisar a los no-ganadores. El diseñador pionero del lujo americano, y nominado, Geoffrey Beene, se negó a participar, declarando que tanto saber ganar como saber perder son parte de del buen compañerismo.
Con el tiempo, el CFDA amplió su alcance reconociendo distintas figuras de la industria: figuras en periodismo, talento emergente, e incluso impulsando becas y estableciendo iniciativas de impacto social y diversidad. Desde su toma de poder en Vogue Estados Unidos, Anna Wintour ha sido una figura clave en el desarrollo y mentoría de jóvenes creadores a través de las iniciativas del CFDA. También asumió la organización del calendario oficial de la New York Fashion Week, consolidándose como el guardián institucional de la moda norteamericana.
Por su parte, el British Fashion Council fue creado en 1983 con otra perspectiva distinta. Casi desde el inicio, la ciudad de Londres se ha proyectado como algo casi antitético al high-business de Nueva York. Londres se ha pronunciado como un laboratorio creativo de exploración, donde la moda representa el lenguaje cultural tanto británico como internacional. El BFC pone a prueba esas sinergias mediante la London Fashion Week, que con sus alzas y bajadas, propone constantes programas de apoyo financiero y un sólido entramado de becas. Su visión prioriza sostenibilidad, diversidad estructural y espíritu experimental que permite que diseñadores jóvenes convivan con nombres consolidados. Además, gestiona The Fashion Awards, una gala que premia creatividad e impacto.
En conclusión, el CFDA y el BFC son complementarios: uno premia la viabilidad comercial y la estructura empresarial; el otro, la experimentación, el riesgo y el impacto social. Distintos, pero imprescindibles para configurar el mapa sobre el que se dibuja cada temporada.